Recientemente, han surgido problemas de estabilidad con los procesadores Intel Core i9 de las generaciones 13 y 14, generando preocupación entre los usuarios. Es importante señalar que estos problemas parecen afectar exclusivamente a los modelos Core i9, sin impacto en los modelos Core i7.
Los informes indican que la inestabilidad se manifiesta durante el juego y en momentos específicos, como la carga de shaders, donde la CPU alcanza el 100% de uso. Se sospecha que esto se debe a perfiles de alimentación y frecuencia demasiado agresivos aplicados por las placas base, llevando a los procesadores a límites insostenibles en cargas de trabajo intensivas.
Intel ha respondido emitiendo un comunicado, atribuyendo los problemas a perfiles de placas base que exceden las especificaciones recomendadas. Aunque algunos puedan interpretarlo como una evasiva, muchos fabricantes de placas base han lanzado actualizaciones para corregir estos perfiles y ajustarlos a las especificaciones de Intel.
La mayoría de los problemas se han observado en placas base de la serie Z, diseñadas para overclocking y ajustes automáticos de frecuencia. Sin embargo, parece que algunos perfiles eran demasiado agresivos, lo que llevó a la inestabilidad.
Intel recomienda utilizar los procesadores dentro de los límites y valores recomendados, lo que implica mantener la configuración predeterminada en la BIOS. Sin embargo, las pruebas indican una pérdida de rendimiento del 10% al 15% al hacerlo.
A pesar de estos problemas, algunas pruebas de rendimiento muestran que los procesadores funcionan dentro de los límites establecidos, aunque con un consumo ligeramente inferior. En última instancia, parece que los problemas se deben a los perfiles de alimentación agresivos, y no a los procesadores en sí mismos.